Pues oy me siento creativa y os voy a poner el siguiente capi:
Una
chica que vestía un uniforme de alguna escuela, el cual consistía
en una falda café claro, unas calsetas que le llegaban por arriba de
las rodillas, una camisa blanca y corbata y un sueter color azul
oscuro. Su cabello era rubio claro y largo, llevaba un cintillo del
mismo color que el sueter. La chica se detuvo en la cerca y respiró
profundo para gritar:
-INAZUMA
JAPAN!- gritó a todo pulmón. Todos se voltearon a ver y no dieron
crédito a lo que veían.
Cuatro
días antes, Roma, Italia...
Eli
estaba durmiendo, bueno, o al menos eso estaba haciendo hasta que la
luz comenzó a filtrarse por la ventana. Su mente estaba borrosa y
cuando abrió los ojos por un instante no se ubicaba en donde se
encontraba, hasta que se aclaró un poco su vista y pudo reconocer la
habitación en la que se encontraba.
Se
encontraba en una cama de dos plazas, la cual tenía la estructura de
una de esas camas antiguas de la edad media, con un palo en cada
esquina que se elevaba y que estaban unidos entre sí por otros palos
de madera. De ellos colgaban unas cortinas de color blanco, que si
Eli lo deseaba podía correrlas. Las sábanas eran de color blanco y
el cubrecama era de un tenue color morado. Las paredes eran de un
color morado clarito. La cama estaba casi en el centro de la
habitación, frente a ella había un escritorio con un ordenador. A
su lado izquierdo estaban las puertas hacia el baño y la puerta a su
walking closet, ella habría deseado un armario normal, pero su
abuela insistió en ello para así ella tuviera la excusa de ir de
compras. A su derecha había un enorme estante que ocupaba casi toda
la pared, lleno de libros. el cual estaba partido en dos y al medio
había un gran ventanal, el culpable de que entrara la luz. Por él
se podía salir al balcón.
Eli
estaba en su antigua habitación de la casa de sus abuelos, estaba
que no lo creía. Cerca del escritorio se encontraba su maleta y su
bolso. Había llegado en la madrugada y lo primero que hizo fue
ponerse pijama y dormir. Su abuela ni siquiera se había dignado a ir
a recogerla y ni siquiera a recibirla. No, Carmine Hide había tenido
un día muy atareado en la alta burocracia y no había tenido tiempo
para nada, así que necesitaba dormir lo mayor posible, así que no
podía ni ir a buscar a su propia nieta. En cambio su abuelo,
Demetrio Hide, el hombre más honrado y dulce de la tierra, que a
pesar de haber salido hace poco del hospital por una operación
menor, había ido a buscarla y la recibió con los brazos abiertos.
Siempre
había querido mucho a su abuelo. El había sido como un padre para
ella, algo que su abuela estaba lejos de llegara a ser, ya que
siempre había sido demasiado sofisticada y ocupada para preocuparse
de ella o de Nakata o incluso de sus otros nietos, los cueles vivían
en esa misma mansión a las afueras de Roma.
Eli
suspiró y se levantó de la cama. Se fue a la ducha y cuando salió
se puso una playera holgada de rayas azules y grises, que le dejaba
un hombro descubierto, unos shorts y unas sandalias. Era casi verano
y el calor abrazador que caracterizaba a esa ciudad comenzaba a hacer
acto de presencia.
Salió
de su habitación y se dirigió a las escaleras. Estas eran algo
curvadas, ya que el hall de entrada era redondo y se podía ver el
segundo piso desde él, para que te vieran desde el segundo piso era
cosa de que te asomaras en la baranda. De pequeña siempre le había
gustado esa casa, le parecía una mansión de cuentos de hadas, pero
con el tiempo se fue dando cuenta de que esa casa estaría vacía y
sin vida de no ser por que sus primos vivía en ella. Su abuela
pasaba todo el día fuera y su abuelo solía encerrarse a escribir
sus libros en su oficina, si, él era un gran escritor, pero no muy
conocido en el extranjero. Nakata lo admiraba mucho por ello y más
de una vez había dicho que se volvería un escritor como él.
Eli
caminó por el comedor hasta llegar al ventanal que llevaba a la
terraza. Cuando salió pudo ver a dos cabezas pelinaranjas en la mesa
desayunando. Ambas personas se giraron a verla. Ambos eran muchachos
que conocía de toda su vida. Uno tenía alrededor de la misma edad
que ella, era pelinaranjo como ya había dicho y ambos tenía dos
cosas en común, su color de piel, ambos eran muy pálidos, y el otro
era el color de sus ojos, ambos los ojos de color calipso. El otro
tenía la misma cabellera, el tono de piel más bronceado, sus ojos
eran color chocolate y tendría unos 17 años. Eran Diego y Leonardo
Di Gennaro, sus adorados primos.
-Eli!-
gritó Diego con una sonrisa poniéndose de pie y fue a abrazarla
rápidamente.- No sabes lo mucho que me alegra verte.- dijo
separándose de ella.
-Digo
lo mismo, primito.- dijo Eli con una sonrisa.
Diego
Hide. El menor de los tres hermanos Di Gennaro. Hijo de Giorgio,
hermano mayor de Rebecca, la madre de Eli, e Isabella Di Gennaro. El
muchacho era reconocido no solo por su apellido, sino que también
por ser un gran atleta, practicaba atletismo, era velocista. Eli y
Diego iban en la misma clase, a pesar de que le chico era un año
mayor que ella, ya que a la chica la habían adelantado un año.
-Tiempo
sin verte, Eli.- dijo el otro hermano.
-Es
bueno verte, Leo.- dijo la castaña.
Leonardo
Di Gennaro. El hermano de al medio. Con sus 18 años ya casi
cumplidos era todo un galán con las chicas del instituto. Suelen
llamarlo "Leonardo Da Vinci", debido a sus habilidades como
pintor. Eso era algo que Eli y él tenían en común. Eso sí, Leo
siempre se había llevado mejor con Nakata, debido a un tema de edad,
ellos solo tenían un año de diferencia, la misma diferencia de edad
que tenían Diego y Eli. Ambos hermanos vivían con sus abuelos
debido a que sus padres viajaban mucho.
Solo
faltaba el mayor de los hermanos, Antonio. Tenía 24 años y estaba
acabando su carrera de derecho. Estaba comprometido, aunque a su
abuela no le agradaba mucho la idea, ya que la chica no tenía
"sangre noble", pero como sus padres no se opusieron, no
pudo hacer nada. Giorgio no quería que sus hijos sufrieran por lo
que él pasó. Carmine había arreglado su matrimonio, pero al año
se divorcio y después de un tiempo se volvió a casar, con la mujer
de su vida. Gracias a él, los padres de Eli y Nakata se había
podido casar sin tener que preocuparse por Carmine.
-No
crees que te has levantado muy temprano?- preguntó Diego.
-Debería
dormir un poco más, después de todo, llegaste a las cuatro de la
mañana.- dijo Leonardo. En eso Eli se percató de que ambos llevaban
uniforme puesto.
Ambos
llevaban pantalones café claro, camisa blanca y corbata negra. La
diferencia era que Leo llevaba un sueter color verde oscuro y Diego
uno azul oscuro, ambos se había arremangado las mangas. La razón de
la diferencia de colores era porque Leo iba en el bachillerato y
Diego en secundaria. En su instituto diferenciaban los niveles por
color del sueter. Los de primaria llevaban uno color rojo, los de
secundaria uno azul y los de bachillerato uno verde.
-Van
al instituto?- preguntó la chica.
-No,
nos pusimos los uniformes porque quería pintar el mono un rato.-
dijo Diego sarcástico. Leo lo da un codazo en las costillas.
-No
fastidies.- dijo el mayor. Luego miró a su prima.- Creo que la
abuela ya te a inscrito, pero será mejor que esperes a mañana, se
ve que no has dormido mucho.- agregó.
Que
su abuela ya la había inscrito? A esa anciana no se le pasaba ni
una.
-No.
Voy con ustedes, si no me equivoco aun queda tiempo. No me tardo.-
dijo la chica y partió al segundo piso antes de que sus primos
respondieran.
__________________________
Aqui se acabo la primera parte y os digo que este capi es muy largo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario